Discurso del ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en la presentación del proyecto de Resolución A/79/L.6, titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Nueva York, 30 de octubre de 2024.

Editado por María Candela
2024-10-30 16:02:22

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Bruno en su intervención en la Asamblea de Naciones Unidas

Discurso del ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en la presentación del proyecto de Resolución A/79/L.6, titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”. Nueva York, 30 de octubre de 2024.

Señor Presidente:

Distinguidos Representantes Permanentes:

Estimados Delegados:

Durante 5 días, del viernes 18 al miércoles 23 de octubre, las familias cubanas estuvieron privadas, salvo pocas horas, de electricidad, con la ansiedad de que los alimentos se echarían a perder y no sería posible o muy costoso reponerlos, y muchas de ellas carecieron de agua corriente. Los hospitales funcionaron en condiciones de emergencia y las escuelas y universidades suspendieron sus clases. Las entidades interrumpieron sus actividades y se mantuvieron sólo las vitales. La economía se detuvo.

Durante el apagón, desde el día 20 de octubre, el huracán Oscar golpeó la zona oriental del país, de manera devastadora en Holguín y sobre todo en Guantánamo, provincia en la que una base naval estadounidense usurpa nuestro territorio. Pese a denodados y eficaces esfuerzos de la internacionalmente reconocida Defensa Civil cubana, fallecieron 8 personas, incluida una niña de 5 años, y 2 se encuentran desaparecidas. Los municipios de Imías, San Antonio del Sur, Maisí y Baracoa sufrieron grandes daños. Las fotos de satélites mostraron al país apagado y, además, sometido a fuertes lluvias y vientos.

Fue impresionante la serenidad, comprensión, confianza, conciencia y movilización del pueblo entero en apoyo solidario a los vecinos y vulnerables, unido a 52 mil abnegados y heroicos trabajadores eléctricos que, lejos de sus familias, laboraron ininterrumpidamente y protagonizaron una verdadera proeza, junto a nuestro Partido, Gobierno, Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior y órganos del Poder Popular.

La causa primaria del fallo del Sistema Eléctrico Nacional fue la carencia de combustible que afectó la generación y provocó inestabilidad asociada al estado precario de nuestras plantas, ambas consecuencias directas de las medidas extremas de guerra económica aplicadas por el gobierno estadounidense desde 2019, específicamente diseñadas para impedir los suministros de combustible, y de partes y piezas para el mantenimiento técnico a nuestras plantas e instalaciones eléctricas, así como para obstaculizar la inversión y el acceso a financiamiento.

Hemos superado la grave contingencia eléctrica, pero la normalidad de los cubanos incluye prolongados y frecuentes apagones que afectan los hogares y los servicios fundamentales.

La generación eléctrica en nuestra nación tiene una alta dependencia de combustibles importados. Se sabe, sin embargo, que el gobierno de los Estados Unidos ha aplicado una política de máxima presión, violatoria del Derecho Internacional, dirigida a privar a Cuba de los suministros de combustible de terceros países, mediante sanciones e intimidación contra productores y proveedores, transportistas y aseguradores. Sólo en un año, el anterior gobierno estadounidense sancionó a 53 buques y 27 compañías asociadas a los envíos a Cuba.

El daño a la economía cubana de 18 días de bloqueo asciende a 252 millones de dólares. Ese dinero que nuestro país pierde o deja de recibir, bastaría para asegurar el mantenimiento a nuestras termoeléctricas, adquirir las piezas de repuesto que permitirían asegurar el normal funcionamiento de estas plantas, y evitar los cortes de energía.

Los daños por 5 meses de bloqueo equivalen al total de las importaciones cubanas anuales de combustible que promedian unos 2 mil millones de dólares.

El gobierno del Presidente Joseph Biden suele declarar que “ayudar y apoyar al pueblo cubano” es su política. ¿Quién puede creerlo?

Agradecemos profundamente las significativas muestras de solidaridad con Cuba y los ofrecimientos de cooperación recibidos en estos días por parte de numerosas naciones y diversos actores.

Señor Presidente:

La economía cubana ha experimentado en los últimos años dificultades sin precedentes, con impacto crítico sobre el bienestar de la población.

Lo sufre el pueblo a diario. Nuestro gobierno trabaja incansablemente en encontrar soluciones a tan adverso desafío. Es una obligación ineludible y extremadamente difícil.

Las causas de esta situación son diversas, como lo pueden ser para cualquier país. Son tanto de carácter interno, como también derivadas de acontecimientos internacionales, que escapan a nuestra capacidad de acción.

Lo que es singular, lo que es extraordinario respecto a Cuba, es el empeño deliberado de los Estados Unidos en asfixiar la economía nacional, sabotear y poner obstáculos significativos para impedir nuestro crecimiento y desarrollo.

Ningún país, incluso aquellos con economías mucho más robustas que la cubana, podría encarar una agresión tan brutal, asimétrica y extendida en el tiempo, sin un costo considerable para el nivel de vida de su población.

Estados Unidos busca enviar un mensaje de amenaza, de que impondrá escarmiento.

Con el bloqueo económico contra Cuba, el imperialismo advierte al mundo entero que toda nación que se atreva a defender con firmeza su soberanía y construir su propio futuro, pagará un precio por su rebeldía.

Nadie puede dudar de la capacidad que tiene hoy los Estados Unidos para golpear con fuerza demoledora la economía de cualquier nación. En el caso de Cuba, lleva 64 años haciéndolo.

Estados Unidos conoce perfectamente que viola la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional con tan despiadada agresión.

Está consciente de que contraviene las normas internacionales del comercio y la navegación. Aplica o amenaza con medidas coercitivas a ciudadanos de cualquier nación, sus empresas e instituciones financieras, si comercian o mantienen relaciones económicas con Cuba.

Quien lea la infame Ley Helms-Burton de los Estados Unidos, comprobará cómo esa legislación obliga al Presidente y a sus instituciones de gobierno, a ejercer presión sobre otros países, a inmiscuirse en su relación con Cuba, a extender su brazo coercitivo de manera extraterritorial e imponerlo dentro de las fronteras del resto de los Estados miembros de esta Organización.

El bloqueo contra Cuba es una guerra económica, financiera y comercial y califica como un crimen de genocidio. Es una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de nuestro pueblo. Es el sistema de medidas coercitivas unilaterales más abarcador, integral y prolongado que se ha aplicado a lo largo de la historia contra país alguno.         

¿Cómo sería Cuba hoy de haber contado con los 164 mil millones de dólares de los que nos ha privado el bloqueo desde su imposición? Esos daños ascienden a          1 billón 499 mil 710 millones de dólares, si se toma en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro.

Lo sorprendente es que, bajo esas condiciones extremas, Cuba ha construido una obra social reconocida a nivel mundial y protegido la vida de cubanas y cubanos, con el invariable compromiso de no abandonar ni excluir a nadie.

Señor Presidente:

Desde el año 2017, el anterior gobierno de los Estados Unidos comenzó a imponer medidas coercitivas adicionales contra Cuba para reforzar aún más el bloqueo económico.

En el contexto de la pandemia de la COVID-19, estas medidas escalaron a una dimensión extrema, aún más perversa y dañina, llegando al extremo de obstaculizar la compra de oxígeno y ventiladores pulmonares.

Era un compromiso político anunciado por el entonces Presidente desde que resultó electo, dirigido a deshacer el discreto progreso en la relación bilateral que experimentaron Cuba y los Estados Unidos entre 2015 y 2016.

El Presidente Joseph Biden, con sorprendente mimetismo, ha dejado intacto el régimen coercitivo de su predecesor y lo ha aplicado consciente de las consecuencias devastadoras para las familias cubanas.

Durante su Presidencia, el bloqueo ha provocado pérdidas a Cuba por más de      16 mil millones de dólares. Ello significa que cada día de vigencia de esa criminal política cuesta a nuestro país 14 millones de dólares.

Son montos exorbitantes para cualquier nación, pero aún más para una economía pequeña, insular, sin grandes recursos naturales y en desarrollo, como la cubana.

El amplio Informe presentado por el Secretario General de las Naciones Unidas, en virtud de la resolución 78/7, que contiene los valiosos aportes de 183 Estados Miembros y de 35 Agencias, Fondos y Programas del sistema de la ONU, demuestra fehacientemente las terribles consecuencias del bloqueo en la población y en la economía cubanas y, por su efecto extraterritorial, en otros países.

Se observan en el deterioro e inestabilidad de servicios básicos y abastecimientos que las cubanas y cubanos hemos podido disfrutar con tranquilidad durante décadas, como resultado de políticas de equidad y justicia social, entre ellos la electricidad, salud, educación, alimentación, abasto de agua, servicios comunales, transporte público, producción de alimentos y de medicamentos, todos los cuales requieren, para los que no alcanzan los escasos recursos financieros con que cuenta el país.

Más del 80% de nuestra población solo ha conocido una Cuba con bloqueo.  Todos los jóvenes cubanos han tenido que vivir en un país bloqueado.

La familia cubana sufre el desasosiego y el dolor de la separación impuesta artificialmente por medidas inhumanas que a todos afectan y se expresan en altas tasas de emigración. Sería imposible desconocer que el endurecimiento extremo del bloqueo es la razón principal que ha llevado a una cantidad significativa de cubanos a apostar por vías transitorias o permanentes de realización personal fuera de la Isla, lo que supone un impacto lacerante para las familias y la Patria.

Señor Presidente:

El derecho a la alimentación es un derecho humano. El costo acumulado de 4 meses de bloqueo económico equivale a  1 600 millones de dólares. Ese monto permitiría asegurar, durante un año, la entrega a todas las familias cubanas de la canasta alimenticia normada que durante décadas ha disfrutado la población, y que hoy no alcanza para satisfacer todas las necesidades, pero atiende las indispensables para todos con precios muy subsidiados.

Las medidas del bloqueo se traducen en la perenne agonía de encontrar los recursos que permitan pagar los embarques puntuales que contrata el país y que tanta falta hacen para el consumo de la población.

El prolongado bloqueo económico tiene, además, un impacto muy severo sobre la producción de alimentos en Cuba, al obstaculizar la disponibilidad de combustible, semillas, fertilizantes, piensos, pesticidas y otros insumos, a lo que se suman las dificultades ya descritas para el transporte marítimo y la disponibilidad de energía eléctrica.

Se conoce, pues Estados Unidos lo manipula hasta el cansancio y seguramente ustedes lo escucharán de su representante en los próximos minutos, que en virtud de disposiciones legales que datan del año 2000, el gobierno de ese país permite, dentro de la absoluta prohibición de realizar exportaciones a Cuba, que excepcionalmente se exporten alimentos mediante licencias.

Se trata de ventas en una sola dirección y sujetas a limitaciones extraordinarias, entre ellas la prohibición de que esas transacciones cuenten con créditos o financiamientos de ningún tipo.

El permiso solo se otorga para ventas con pagos por adelantando y al contado. Los productos únicamente pueden ser transportados en barcos estadounidenses, que regresan vacíos a sus puertos de origen.

Ante las necesidades para cubrir los requerimientos del consumo alimenticio de la población, Cuba utiliza desde hace años esa menguada posibilidad, aun con sus condiciones draconianas. Pero esas transacciones pudieran convertirse en comercio verdadero y ser mucho más dinámicas e importantes, si no existiera el bloqueo.

El propio gobierno que autoriza esas ventas, priva a Cuba de los recursos financieros que requiere para realizar importaciones, incluyendo de alimentos o insumos para la industria alimenticia, desde cualquier país del mundo, no solo desde los Estados Unidos.

El derecho humano a la salud debería ser sagrado. Cuba es capaz de producir cerca del 60% de su cuadro básico de medicamentos. Este potencial no se ha podido garantizar en años recientes debido al recrudecimiento extremo de las medidas contra nuestro país que han costado vidas, incrementando la mortalidad infantil y reduciendo la esperanza de vida de cubanas y cubanos.

Bastaría contar con el dinero del que se priva a Cuba con solo 25 días de bloqueo, que asciende a 339 millones de dólares, para garantizar durante un año la producción y disponibilidad de los antibióticos, analgésicos, hipotensores y muchos otros fármacos de primera necesidad que requieren nuestros enfermos, incluyendo niñas y niños, ancianos y embarazadas.

Con 12 millones de dólares, Cuba podría adquirir la insulina necesaria para todos nuestros diabéticos. En un solo día, el bloqueo ocasiona pérdidas por un valor superior a esa cantidad.

Los daños que provocan 9 días de bloqueo, equivalen a los 129 millones de dólares necesarios para importar el material médico gastable que anualmente se utiliza en nuestro país, incluyendo algodón, jeringuillas, catéteres, agujas y suturas, entre otros insumos y todos los reactivos necesarios para el sistema nacional de salud.

15 minutos de bloqueo, menos de lo que tardará este discurso, equivalen a 144 mil dólares de pérdidas para Cuba, que es el dinero que requerimos para adquirir las prótesis que necesitan nuestros niños y adolescentes con discapacidades auditivas.

Persiste la imposibilidad de acceder a equipos médicos, tratamientos y fármacos idóneos procedentes de compañías estadounidenses, que tenemos que adquirir a precios exorbitantes con intermediarios, o sustituir con genéricos de menor eficacia, incluso para los recién nacidos y niños enfermos.

El gobierno de los Estados Unidos conoce perfectamente bien el impacto directo e indirecto que su política tiene sobre el sistema de salud cubano. Está bien enterado del sufrimiento y la angustia que provoca, y de las consecuencias en términos de tratamientos incompletos o demorados, cirugías pospuestas y materiales sanitarios escasos. No puede ocultar que su objetivo, con plena conciencia, es provocar daño a la población.

Señor Presidente:

Ningún gobierno debería tener como política la tarea de empobrecer y provocar carencias en otras naciones, mucho menos en un país vecino que no tiene en vigor medida alguna en contra del suyo. Es un castigo colectivo proscrito por el Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario.

Entre las medidas de reforzamiento del bloqueo aplicadas en los últimos años, destaca por su carácter calumnioso y el enorme daño económico y humanitario que indirectamente provoca, la decisión estadounidense de incluir a Cuba en una lista de su Departamento de Estado que califica a países, de manera arbitraria, como patrocinadores del terrorismo.

En agudo contraste, persiste la tolerancia e indiferencia del gobierno de los Estados Unidos frente a individuos y grupos que hoy organizan, financian y ejecutan desde territorio de ese país acciones violentas y terroristas contra Cuba. Ejemplo de ello fue la reciente liberación por parte de las autoridades judiciales de Estados Unidos de un individuo que el 30 de abril de 2020, en plena calle, abrió fuego y disparó 32 cartuchos de ametralladora, contra la Embajada de Cuba en Washington DC.

Ese listado no tiene legitimidad alguna. Tampoco contribuye en lo más mínimo sino que perjudica el esfuerzo internacional contra el terrorismo. Es un instrumento de coerción política por medio de acciones económicas de castigo y amenaza.

La presencia de cualquier país en esa lista automáticamente activa un conjunto de medidas coercitivas que, en el caso de Cuba, se suman al bloqueo ya existente. Entre ellas, resalta la capacidad de amedrentar a las instituciones financieras internacionales y de otros países que temen sufrir represalias por parte de los Estados Unidos si se relacionan con Cuba.

Desde el inicio del mandato del Presidente Joseph Biden, se registran 1 064 negativas de bancos extranjeros a prestar servicios a entidades cubanas ante el miedo a multas estadounidenses.

Se deniegan servicios bancarios a nuestros nacionales en múltiples países, por el solo hecho de ser ciudadanos cubanos, lo cual es profundamente discriminatorio.

También se priva del beneficio de visado electrónico expedito (conocido como ESTA por sus siglas en inglés) para entrar a Estados Unidos, a los ciudadanos de  países que disfrutan de ese privilegio, por el solo hecho de viajar a Cuba.

En el último año, se han negado esas visas expeditas a más de 300 mil ciudadanos europeos que visitaron Cuba. Para ampliar su efecto intimidatorio, se hacen públicas las listas de los denegados.

Estados Unidos busca, por todos los medios, impedir la recuperación económica de Cuba golpeando el turismo, una fuente principal de ingresos. Se siente con el derecho de imponer a las personas de otras naciones qué países no pueden visitar, a riesgo de sufrir represalias. Como arma política conculca la libertad de viajar de sus propios ciudadanos y los de otras naciones.

El gobierno de los Estados Unidos conoce muy bien que Cuba no patrocina, ni tiene vínculo alguno con el terrorismo.  La presencia de nuestro país en esa lista, además de totalmente injustificada, es claro testimonio de la carencia de argumentos políticos o éticos para justificar la guerra económica que nos imponen.

El actual Presidente de los Estados Unidos heredó esa nefasta decisión tomada por su predecesor 9 días antes de abandonar la Casa Blanca. Pero el Presidente Joseph Biden tiene todas las prerrogativas para firmar en cualquier momento un documento que deje a Cuba fuera de esa espuria lista, en la que nunca debió figurar. Sería lo único moral y legalmente correcto.

La comunidad internacional reconoce ampliamente que Cuba no es un país terrorista.

Han sido diversos los pronunciamientos de Gobiernos, Partidos, Parlamentos, movimientos de solidaridad, asociaciones de cubanos residentes en el exterior, organismos internacionales y las iniciativas suscritas por expresidentes, numerosos congresistas de EE.UU., periodistas e intelectuales que demandan la salida de Cuba de esa lista. De igual manera, recordamos la declaración suscrita por 123 países con similar propósito en el marco del Consejo de Derechos Humanos.

Señor Presidente:

En el curso del último año, el gobierno estadounidense ha anunciado medidas que presenta al público como supuestos alivios al bloqueo económico. Nadie debe confundirse. No lo son.

Con evidente objetivo político, proclamó excepciones dentro del amplio conjunto de prohibiciones y represalias para supuestamente brindar oportunidades al sector privado de la economía cubana.

Se trata de una movida estéril y engañosa. Ninguna de esas medidas está realmente en vigor y resultan inaplicables.

El pequeño empresario privado en Cuba también sufre las consecuencias del bloqueo, como toda la población. Las supuestas oportunidades tropiezan con regulaciones y prohibiciones que están diseñadas para paralizar la economía cubana en su conjunto.

Nuestro gobierno promueve el desarrollo armónico de todas las formas de gestión económica, incluyendo las pequeñas y medianas empresas privadas y públicas. Cuba es una sola y su sistema empresarial, también. Estados Unidos no tiene ningún derecho a interferir en nuestro orden constitucional y modelo económico en transformación, ni a intervenir en los asuntos internos de nuestro país, ni en los de ningún otro.

El bloqueo económico no es el único instrumento de agresión de los Estados Unidos contra Cuba. Se acompaña y complementa con una maquinaria poderosa, tóxica y generosamente financiada con fondos federales de guerra cognitiva o no convencional, desinformación sistemática, fomento de la confusión, instigación a la violencia y promoción de la apatía, el pesimismo y la desconfianza.

Con esa operación comunicacional de descrédito permanente, tratan cínicamente de responsabilizar al gobierno cubano del impacto que provoca, de manera intencional, el cerco estadounidense contra nuestra población, persiguiendo fines de cambio de régimen,  dominación política, colapso económico, y explosión social, siguiendo la misma pauta del brutal memorando del subsecretario de Estado Lester Mallory, del 12 de abril de 1960, del cual citaré este fragmento:

“La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. No hay una oposición política efectiva...El único medio previsible de alienar el apoyo interno es a través del desencanto y el descontento basados en la insatisfacción económica y las dificultades... Deben adoptarse rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… Una línea de acción que, aunque sea lo más hábil y discreta posible, haga los mayores avances posibles para negar dinero y suministros a Cuba, reducir los salarios monetarios y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Fin de la cita

¿Hasta cuándo, Señores? ¡Dejen a Cuba vivir! ¡Vivir en paz!  Let Cuba live! Let Cuba live in peace!

Señor Presidente:

En pocos días, habrá elecciones presidenciales en los Estados Unidos.  El gobierno que resulte ganador, cualquiera que sea, tendrá la oportunidad de decidir si continúa el enfoque fallido y las medidas de cerco inhumanas de las últimas seis décadas o si finalmente escucha, democráticamente, a su propio pueblo y, también, a la abrumadora mayoría de la comunidad internacional y le permite a nuestro pueblo desarrollarse en su pleno potencial y su capacidad real.

En cualquier caso, encontrará de parte de Cuba la firme determinación de defender su derecho soberano a construir un futuro propio, independiente, socialista, libre de injerencia extranjera y comprometido con la paz, el desarrollo sostenible, la justicia social y la solidaridad.

También encontrará la disposición al diálogo serio y responsable, a avanzar hacia una relación constructiva y civilizada, basada en la igualdad soberana, el respeto mutuo, el beneficio recíproco para ambos pueblos, aun conscientes de las diferencias políticas profundas entre nuestros gobiernos.

Nuestro pueblo y gobierno aprecian y agradecen profundamente todas las valiosas expresiones de apoyo y solidaridad.

La denuncia del bloqueo fue uno de los temas más mencionados en el debate durante el reciente segmento de alto nivel de la Asamblea General de la ONU. Ni un solo país habló a favor de la criminal política que se impone contra Cuba.

Ellos exclamaron: Cuba is not alone!

Lo expresan también de modo creciente dentro de los Estados Unidos, incluyendo los cubanos que aquí viven y sus descendientes.

¡Cuba is not alone!

Señor Presidente:

Distinguidos Representantes Permanentes:

Estimados Delegados:

Desde 1992, esta Asamblea se ha pronunciado inequívocamente a favor de poner fin al bloqueo. Las razones que avalan ese reclamo son hoy tan o más válidas que entonces.

En breve, las pantallas electrónicas de esta sala se encenderán y ustedes, en representación de sus naciones, registrarán nuevamente la posición respecto al bloqueo contra Cuba.

Con sus votos a favor, reafirmarán el derecho de nuestro pueblo y de todos los pueblos, a defender su independencia, soberanía y libre determinación, sin injerencia ni intervención extranjera.

Al presionar el botón verde en sus mesas, confirmarán, como ha ocurrido en 31 ocasiones anteriores, que el bloqueo contra Cuba es una violación flagrante de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional y debe cesar.

El apoyo a la resolución lanzará un mensaje firme y un respetuoso y claro llamado al actual Presidente Estados Unidos y al próximo, para que utilicen sus prerrogativas ejecutivas y reparen la grave injusticia que se comete contra nuestro pueblo.

Lo que reclama la resolución no es de ninguna manera una concesión a Cuba; no se pide un acto generoso ni un trato preferencial. Es simplemente que cese el abuso y la injusticia.

Cuba tiene derecho a vivir sin bloqueo!. Los cubanos le dicen al Presidente Joseph Biden ¡Tumba el bloqueo!

Los colosales desafíos no nos amilanan. Como expresó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y cito: “Continuaremos resistiendo las consecuencias del bloqueo, que algún día será derrotado por la dignidad de los cubanos, la solidaridad de los pueblos y la casi absoluta oposición de los gobiernos del mundo, y también por el creciente rechazo del pueblo norteamericano”. Fin de la cita.

El respaldo de ustedes a la resolución será también un justo reconocimiento a la heroica resistencia del noble, digno y solidario pueblo cubano.

En su nombre, les solicito respetuosamente que voten a favor del proyecto L.6, titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.

Muchas gracias.

(Cubaminrex)



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