Estrellas internacionales de la danza clásica iluminaron La Habana

Editado por Leanne González
2016-08-25 17:17:44

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foto de archivo

La Habana, 25 de ago (RHC). El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso devino lujoso firmamento donde brillaron astros internacionales de la danza clásica, durante un espectáculo caracterizado por el alto nivel técnico-artístico de sus bailarines.

El pasado 20 de agosto, la sala Federico García Lorca del coliseo de estilo ecléctico fundado en 1838 vibró con las actuaciones de primeras figuras de importantes compañías de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Rusia y Alemania.


Bajo el nombre Gala Ballet Royalty —en alusión a la realeza del baile en punta y sus artífices— el espectáculo descorrió sus cortinas con el pas de deux de La Sílfide y las estelares representaciones de Misa Kuranaga y Rodrigo Almarales.

Una de las estrellas que más irradió talento y delicadeza fue Kuranaga, quien además arrancó al público ovaciones al encarnar uno de los personajes más sublimes del repertorio internacional de la danza clásica.


La primera bailarina del Boston Ballet también trajo a escena un cisne blanco agonizante que en cada movimiento anunciaba el ocaso de su existencia con los gemidos más indecibles del alma.


Un poco después, Almarales (primer bailarín del Cincinnati Ballet y director general de la gala) reapareció junto a la bailarina cubana Adiarys Almeida en una pieza más contemporánea con coreografía del propio artista que comenzó su entrenamiento en la Escuela Nacional del Ballet a la edad de siete años.


Después de cosechar una exitosa carrera internacional, Almeida retornó a las tablas habaneras para ofrecer una inolvidable interpretación del rol femenino de El Corsario junto a Joseph Gatti y Matthew Golding, desempeño que el público premió al vitorearla hasta la saciedad.


La sala —donde se encontraba la prima ballerina assoluta y directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso— agradeció el regreso de Almeida al ponerse de pie y prodigarle interminables aplausos, regalo que ella retribuyó emocionada, casi entre lágrimas.
 

Acostumbrado a disfrutar espectáculos danzarios de primer nivel, el público cubano dedicó vítores y bravos al bailarín Semyon Chudin —primera figura del Ballet Bolshoi— en correspondencia a la encantadora representación realizada en los papeles masculinos de La Bella Durmiente y Giselle.


Considerado entre los mejores del mundo, Chudin combinó su apariencia angelical y porte principesco con su alto nivel técnico al compartir la escena con Jurgita Dronina en estos dos pas de deux.


En contraste con la inocencia y delicadeza de las piezas anteriores, la furia del cisne negro irrumpió en escena, en esta ocasión de la mano de Iana Salenko y Golding (primer bailarín del Royal Ballet).


Solo un fragmento del clásico El lago de los cines bastó para ratificar la valía de estos grandes de la danza internacional, con condiciones físicas incuestionables, capaces de satisfacer a los públicos más exigentes.


Por su parte, Llamas de París confirmó a Ivan Vasiliev (primera figura del Ballet Mijailovski y del American Ballet Theatre) como uno de los mejores del orbe, dueño de una técnica envidiable que le permite hacer giros y piruetas de un alto valor artístico.


El carismático Vasiliev, quien actuó en Cuba hace unos años, recibió una vez más la calurosa acogida del público nacional durante la actuación junto a Salenko.


Bells Pas de Deux congregó mediante un estilo fresco y renovador a Maria Kochetkova y Carlo Di Lanno en una coreografía muy seductora, en la cual prevaleció la magia del baile en puntas, desde una vertiente más contemporánea.


El debut de Di Lanno en Cuba incluyó el estreno mundial de Painting Greys, una pieza cargada de simbolismo y modernos códigos comunicativos presentados desde la danza.


La gala cerró por todo lo alto con una gloriosa interpretación del pas de deux de Don Quijote, protagonizada por Kochetkova (primera bailarina del San Francisco Ballet) y Daniil Simkin (primer bailarín del American Ballet Theatre), quienes con la majestuosidad y precisión de cada movimiento conquistaron a los espectadores.


Anterior a la espectacular muestra, Simkin dejaba para siempre su huella en La Habana al hacer historia con su inigualable papel en Les Bourgeois, un instante que quedará en la memoria de los amantes del ballet.


Luego de los últimos aplausos, los artistas salieron a la calle San José (a un lateral del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso) a saludar a la muchedumbre reunida ante una pantalla gigante que reproducía el show en tiempo real para quienes no pudieron acceder a entradas.


De esta manera, la capital cubana vibró al acoger en sus cálidas y tropicales tablas una función que reunió a una buena parte de las más resplandecientes estrellas internacionales del baile en puntas.


Considerado un regalo invaluable, el espectáculo tuvo la particularidad de unir por primera vez en un grupo de pas de deux a talentosos bailarines de diversas nacionalidades.


Organizada por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura de Cuba e Improvedance de Cincinnati, Estados Unidos, la presentación —que posteriormente será transmitida por la televisión nacional— ratifica al ballet como un arte universal, capaz de congregar en un mismo escenario a astros de la danza clásica de las más diversas regiones del orbe.


*Periodista de la Redacción de Cultura de Prensa Latina



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