Tres preguntas a un poeta en la dicotomía del Ser.

Editado por Pedro Manuel Otero
2021-02-21 11:13:49

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Por Miladys Borges

José Luis Serrano Serrano* es un poeta ingeniero o un ingeniero poeta, dualidad difusa, difícil de deslindar a la hora de las precisiones. Lo cierto es que ambas cosas se funden en su poética, donde el guiño a la tecnología está omnipresente, sea a través de términos afines o en la propia comprensión del mundo y los conceptos que le rodean.

José Luís Serrano Serrano/Ecured

Es así que se erige una forma de componer muy inteligente. En el caso de Los perros de Amundsen (Premio Nicolás Guillén 2018 y Premio Nacional de la Crítica Literaria 2019), el autor holguinero da riendas sueltas a su interpretación personal de la realidad circundante a través de un estilo muy propio que convierte su poesía -según se ha dicho con justeza- en una gran metáfora sobre la existencia y los complejos tiempos postmodernos en que vivimos. Presto a facilitar el entendimiento cabal de sus creaciones, Serrano responde algunas preguntas para  Radio Habana Cuba.

-¿Este título, que me resulta un tanto novelesco... Los perros de Amundsen, relacionado -imagino-, con esa lectura científica que en calidad de ingeniero también realizas cotidianamente, ¿cómo entenderlo mejor?

Me formé como ingeniero eléctrico y luego trabajé durante 20 años en un oficio que me obligaba a interesarme por los procesos industriales, pero hace más de 5 años me desempeño como editor en Ediciones Holguín. Lo científico y lo tecnológico marcan mi escritura en la manera de plantearme soluciones a problemas literarios. Tal vez por eso me han interesado tanto las estrofas clásicas. Hay en ellas ciertas regularidades, principios distributivos, formas de organización muy precisas. El título de Los perros es, como bien dices, un tanto novelesco y me gusta que se perciba de esta manera porque, aunque es un libro escrito en sonetos, de manera secreta aspira a ser leído como otra cosa, una novela, un ensayo, una pieza teatral.

-Pudiera pensarse que, dentro de la lírica, es la décima tu gran pasión, a juzgar por la cantidad de premios que te ha deparado. ¿Es así?

Es lo que se piensa generalmente, pero no es así. Hace 20 años que no escribo una sola décima, aunque no deja de impresionar su enorme potencial expresivo. Así que tendría que decirte que me he decantado totalmente por el soneto. Una variante de soneto que me he inventado, libérrima. El soneto me permite lidiar con grandes conglomerados verbales, porque de eso se trata. Trabajo con masas de lenguaje que hago ingresar en el campo de fuerzas del soneto. He comparado muchas veces al soneto con un colisionador de partículas. Las cosas que quiero expresar aparecen rodeadas por un contexto muy profuso y, en lugar de aislar las ideas y ofrecerlas de una forma delimitada, las dejo en sus contextos, porque así resultan más vivas. Esto supone ciertos esfuerzos del lector. Soy muy exigente con mis hipotéticos lectores.

-Un trazo de tu ruta como creador nos conduce por varios momentos. Hablemos de los hitos que te referencian.

Hay momentos en la vida que te configuran para captar ciertos aspectos de la realidad. Comencé a interesarme por la literatura en mi infancia, cuando leía libros de aventuras. En la universidad, al lado de las máquinas eléctricas y los procesos transitorios, aparecieron Vallejo y Borges. Luego estuve dos décadas investigando accidentes de trabajo mortales y leyendo toda la poesía que me caía en las manos. Ahora edito textos ajenos y realizo pequeñas caminatas por internet. En cada etapa han aparecido nuevos hipervínculos. La poesía y, en sentido más amplio el arte, no es otra cosa que el establecimiento de nexos entre realidades más o menos distantes. Es difícil hablarte de hitos, porque lo que se dice hitos, que yo prefiero llamar “puntos de inflexión”, hay pocos en la vida de un ser humano común y corriente. El único hito reconocible en toda mi existencia, el que cambió por completo mi manera de ver el mundo, es el nacimiento de mi hijo en 2001, a unos días del atentado contra las Torres Gemelas. Ahí tienes, no puedo sustraerme al establecimiento de este tipo de vínculos. Ya tú conoces el poema que escribí relacionando estos dos acontecimientos, uno que ocurre en la esfera íntima y otro de trascendencia universal.

-Un ejercicio poético a modo de ilustración y cierre bien podría ser ese poema del que hablas , que pertenece a  tu libro El Yo profundo, publicado por Letras Cubanas en 2005.

Se llama Llagado de belleza y aquí te voy a dejar con  él:

Mientras en Nueva York caen las Gemelas,
mi hijo acaba de nacer en Cuba.
La OPEP espera que el petróleo suba.
Algunos cantan, otros prenden velas.
Entro en la plenitud del holocausto
como en la plenitud entra el adicto.
Disfruto el epicentro del conflicto
sin escuchar el trepidar infausto.
Detrás de lo macabro está lo bello.
Debajo de la luz hay algo inmundo.
Mientras por competir con tu cabello…
Mientras en Nueva York, mientras el mundo
Contemplo tu minúsculo destello.
Me dispongo a nacer por un segundo.
Séame concedido el nacimiento.
Volver y festejar sin credenciales.
Derrumbar a pedradas los cristales
y desnudarme sin resentimiento.
Más que el amor parece un escarmiento
la magnífica luz a donde sales.
Socavón de mis turbios minerales,
filón dichoso, oscuro yacimiento.
Nadie se congratule ni conduela,
que no habrá mosto si no hay antes uva.
Séame perdonada mi parcela.
La OPEP espera que el petróleo suba.
Mientras en Nueva York caen las Gemelas,
mi hijo acaba de nacer en Cuba.

*José Luis Serrano (Holguín, 1971). Ha publicado varios poemarios. Entre los lauros conquistados están también el Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara por el libro Aneurisma, considerado un referente de la décima escrita en nuestro país; Premio Iberoamericano Cucalambé, con su volumen Examen de fe y Premio Nicolás Guillén por Los Perros de Amundsen.
 



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