Fabio Di Celmo
La Habana, 4 sep (RHC) Ya pasaron 24 años pero el pueblo y el deporte cubanos recuerdan al empresario y futbolista italiano Fabio Di Celmo, quien murió víctima de una explosión terrorista en el hotel capitalino Copacabana, un día como hoy de 1997.
Entonces como ahora, Estados Unidos sumaba acciones violentas al bloqueo económico, financiero y comercial, con el objetivo de derrocar al Gobierno constitucional de Cuba.
Aquel doloroso acontecimiento, que dejó sin su hijo a Giustino Di Celmo, “formó parte de una estrategia estadounidense destinada a frenar el desarrollo turístico en la isla”, de acuerdo con la nota oficial publicada en el periódico Granma.
“El 4 de septiembre de 1997, entre las 12:11 y las 12:31 pm, se produjeron explosiones en los hoteles Copacabana, Tritón y Chateau-Miramar, las cuales provocaron daños materiales y la muerte del joven Di Celmo. Más tarde a las 11:00 pm, otro artefacto similar estalló en el restaurante La Bodeguita del Medio”, expuso.
El diario informó que la opinión pública internacional condenó de inmediato los atentados, aunque como era de esperar, en territorio estadounidense la Fundación Cubana Americana, el Movimiento Democracia y Alpha 66 se pronunciaron a favor de estos métodos, al tiempo que de forma hipócrita decían lamentar el desenlace final.
Empero, no bien acontecieron los sucesos, las fuerzas de Seguridad del Estado comenzaron las investigaciones y ese mismo día detuvieron a Raúl Ernesto Cruz, de nacionalidad salvadoreña, quien -ante las evidencias- reconoció su culpabilidad y confesó haber sido entrenado, abastecido y pagado para realizar los sabotajes.
Por razones profesionales y también sentimentales, acompañé a Giustino a distintas actividades porque no obstante la irreparable pérdida de su único descendiente, el padre quiso mostrar la verdad al mundo de lo ocurrido y rendirle homenaje póstumo a Di Celmo.
Con la coordinación del organismo rector del deporte, Inder, y la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC), diez meses y 14 días después del crimen, el sábado 18 de julio de 1998, a las 12:22 en este país caribeño, en el mismo lugar del aciago suceso, se develó una tarja con el rostro de Fabio, esculpido en alto relieve.
Muy emotiva y solemne, la actividad tuvo la participación de los integrantes del Club italiano Sciaborasca, donde Fabio jugaba; su padre, el alcalde de Cogolleto, Luigi Cola, junto autoridades del INDER y la AFC, entre ellos integrantes de la selección nacional y el movimiento infantil Los Caribitos.
De esa manera, el movimiento deportivo nacional, el pueblo de Cuba, los trabajadores de la instalación turística junto a visitantes italianos y a los miembros del equipo en el cual Di Celmo condenaron aquella tragedia y recordaron al joven empresario de 32 años, en cuya sangre, corazón y pensamiento fluía un infinito amor por el fútbol.
Allí se conoció que desde su primera visita a Cuba en 1992, junto con su padre, para adentrarse en su profesión de empresario, quedó fascinado por la isla, hasta el punto que regresaba varias veces al año porque admiraba la cortesía y la amabilidad del pueblo para con los visitantes.
También se argumentó en el acto que “Cuba no olvida a sus amigos. Cuba agradece a todas las personas que exponen sus sentimientos francos de solidaridad, amistad y espíritu constructivo por un mundo mejor, donde prevalezca la armonía el respeto y el bienestar de todos”.
Hubo agradecimiento especial a Giustino (ya fallecido) por mantener una posición justa, por apoyar a Cuba, no obstante su dolor de padre, y por ayudar a que el mundo conociera las realidades del país.
Asimismo, se reconoció la postura de la delegación del Sciaborasca, de Génova, por el altruista gesto de venir a la tierra antillana para rememorar la nobleza de un hombre y censurar la actitud de un sistema que es capaz de llevar el luto a las familias, con tal de lograr sus objetivos políticos.
Y se hizo énfasis en que el enemigo no consiguió sus fines, pero apagó la vida de un sencillo joven italiano, lleno de sueños, quien entre sus múltiples actividades empresariales, encontraba tiempo para armar un partido de fútbol y correr tras el influjo del balón junto a sus amigos cubanos.
Como aparece en la tarja que fue develada aquel 18 de julio de 1998, hoy se reafirma con mucha fuerza: “Tal barbarie del imperialismo no puede impedir que el pueblo de Cuba y la familia del deporte nacional te recuerden, Fabio”.
Tomado de Prensa Latina.