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La Habana, 2 nov (JIT) Andy Pereira reservó espacio entre los grandes del tenis de mesa en el continente con su medalla de plata en la competencia individual de los XIX Juegos Panamericanos, la primera con ese valor para un cubano en estas lides.
Si antes de ese resultado muchos le situaban entre los mejores de la Isla, a partir de ahora nadie olvidará mencionarlo. Desde su precoz debut en lides internacionales –Juegos Centrocaribes de Cartagena 2006– no ha dejado de hacer historia. Se apuntó la primera victoria de un cubano en juegos olímpicos y aquí exploró un territorio desconocido para sus predecesores.
«Esto es algo histórico. Es lo más grande que he logrado en el tenis de mesa», confesó orgulloso, a pesar de los adversos marcadores de 3-11, 8-11, 5-11 y 4-11 que encumbraron por tercera vez consecutiva al favorito brasileño Hugo Calderano.
«Salí a darlo todo, como en cada partido, pero se hizo muy difícil. Hugo es el jugador número cuatro del mundo, pero no competí solo contra él. Para llegar a la final tuve que derrotar a otros tres que han estado entre los 10 primeros del mundo», aseguró Andy, quien regresará a casa como campeón del doble masculino junto a su compañero Jorge Moisés Campos.
El habanero de 34 años de edad aceptó cada elogio y felicitación tras su más reciente incursión en el Centro de Entrenamiento Olímpico, adonde regresará para el evento de equipos en busca de otro buen resultado.
«Lo logrado se debe a la unidad de nuestro equipo, al apoyo de la federación y el Inder. Todo se ha conjugado para hacer realidad este sueño que estamos viviendo», reconoció quien hasta hace poco pensaba que la corona en los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023 sería lo mejor de su temporada.
Pasada la tensión propia de las finales, agradece a la vida el hecho de haberse equivocado.
RUMBO A LA GLORIA
Si emocionante fue para Andy discutir una final, más disfrutó el camino transitado para llegar al trascendental momento. Prueba de ello fue su grito liberador, que estremeció la sala, cuando este miércoles superó en semifinales al canadiense Eugene Wang.
Victorias en los tres duelos previos, incluido el de Lima 2019, apuntalaban las opciones del norteño. Sin embargo, el cubano anuló mentalmente esos números, puso cada bola en el lugar preciso, acertó con la táctica de “mover” a su rival y cada decisión hizo mucho daño.
«Salí decidido, me lo creí y logré abrirlo hacia su derecha y eso me salió muy bien. Le moví los ángulos para hacerle más difícil la defensa», dijo tras ese desempeño.
Solo un detalle le delataba. En sus ojos estaba el brillo de la emoción, esa con la que estuvo contenido durante los cuatro parciales, liberada una vez cumplido el objetivo.
Andy se impuso en los tres primeros sets con pizarras de 11-8, 11-5 y 11-9. Luego cedió 7-11 y con ello comenzaron a revolotear los fantasmas de la capital peruana, cuando Wang le logró remontar una ventaja parecida.
Para rematar la incertidumbre, el canadiense puso diferencia de tres puntos en el cierre del quinto set. Fue el momento más sublime del cubano, resurgió la imagen de sus mejores momentos, borrando tanto a tanto la distancia antes de lograr el empate a 10. Wang no encontró respuestas para frenarlo y capituló 10-12.