Foto: Roberto Morejón, enviado especial.
La Habana, 31 jul (JIT) La felicidad no siempre está acompañada de la victoria y bien lo sabe Hugo Franco, en buena medida satisfecho después de su despedida hoy del certamen olímpico de tiro con arco que acoge la impresionante Explanada de Los Inválidos, en París.
Desde que aseguró su participación en la justa individual del certamen, el pinareño vivió en un estado constante de entrega y compromiso, combinación que le impulsó a firmar aquí la mejor ubicación y nota (lugar 21 con 699 puntos) de un cubano en la ronda de ordenamiento a este nivel.
Con ese aval, y bajo un inclemente sol que llevó la temperatura a superar los 30 grados Celsius, enfrentó al mexicano Bruno Martínez. Con la maestría muchas veces demostrada, además de la tranquilidad adquirida en el roce con los mejores, salió airoso con marcador de 7-3. Podía presumir de incluirse entre los 32 mejores, pero quería más.
Poco después regresó a la línea de disparos con su arco recurvo. El escenario imponía respeto, como también su rival, el chino Yan Wang. Volvieron sus flechas a surcar el aire rumbo a la diana situada a 70 metros, pero esta vez sin la precisión que él deseaba.
En todo el match solo una alcanzó el centro. El resto “coqueteó” con su periferia, mientras que las disparadas por al asiático dieron o apenas se desviaron de la más pequeña de las circunferencias. Después de un arranque prometedor –ganó el set incial–, Hugo decía adiós con un desfavorable marcador de 2-6.
«Me voy con lo positivo de haber participado en unos Juegos Olímpicos y haber dado el máximo. A veces las cosas no salen como uno esperaba», aseguró Hugo, para quien las últimas semanas han sido lo más parecido al mejor de los sueños.
Quizás su mejor premio es regresar con la certeza de que puede codearse sin complejos con los mejores del planeta, y con la idea compartida con su entrenador de que pueden volver a concursar en el mayor certamen multideportivo del planeta.
«Realmente el enfoque era llegar hasta medallas, soñar en grande, pensar que se puede. Uno sabe que está en la zona. Cuando miras a los demás, sabes que no es grande la diferencia», insiste Hugo y agradece a todos los que contribuyeron a despejar su camino hacia la cita parisina.
«Esto es algo muy grande. Detrás de esto hay mucho trabajo, sacrificios y lo dedico a mis padres que ya no están conmigo… me hubiese gustado que me vieran competir en unos Juegos Olímpicos», confiesa en un instante en que la sonrisa se desdibuja por completo.
Quienes han seguido su carrera saben los momentos complicados que debió enfrentar durante los últimos meses. Su participación en este torneo tendrá por siempre un valor agregado de valentía y crecimiento.
A su regreso le aguardan nuevas motivaciones. Toca guardar el arco, disfrutar de la experiencia, y esperar por la feliz llegada de Valentina, a la que un día contará que llegó a ser el mejor arquero de su país, y que cumplió uno de sus mayores anhelos: disparar flechas bajo los cinco aros.