Washington, 14 dic (RHC-PL) Las escuelas de Estados Unidos sufrieron más de 200 tiroteos desde la masacre ocurrida hace hoy cuatro años en la primaria Sandy Hook, donde 20 niños y seis trabajadores perdieron la vida.

Datos de la organización Everytown for Gun Safety, dedicada a analizar la violencia con armas de fuego y otros tiroteos en los terrenos de centros educacionales, indican que desde el 12 de diciembre de 2012 ha habido por los menos 94 muertes relacionadas con ese tipo de crímenes.

Al mismo tiempo, más de 156 personas resultaron heridas como resultados de los hechos registrados desde Sandy Hook, una escuela local de Newtown, en el estado de Connecticut, donde el veinteañero Adam Lanza cometió el tiroteo después de asesinar a su madre y luego se suicidó.

El diario Huffington Post precisó que esas cifras no incluyen ataques que afortunadamente se frustraron, como cuando un policía detuvo esta semana en Oklahoma a una niña de 13 años fuertemente armada que había amenazado a sus compañeros de clase.

De acuerdo con la publicación, muchas personas creyeron que la masacre de Sandy Hook, la tercera más mortal en la historia norteamericana, marcaría un punto de inflexión en la lucha contra la violencia armada y conduciría a leyes más estrictas de control de armamento.

Sin embargo, apuntó que aunque las organizaciones de prevención de la violencia armada señalan que ha habido un progreso a nivel estatal, el Congreso ha fracasado consistentemente en aprobar la legislación federal sobre control de armas.

Un paso importante fue la Ley de Reforma de Salud Mental, firmada por el presidente Barack Obama, que ampliará los recursos federales para capacitar a maestros, personal de servicio y otros empleados a fin de reconocer síntomas de enfermedades mentales y a las personas en riesgo.

Pero algunos expertos sostienen que el esfuerzo del Congreso para vincular la violencia armada con ese tipo de padecimiento ignora la magnitud del problema.

Jeffrey Swanson, profesor de siquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke, advirtió sobre el riesgo de ver el tema de los tiroteos masivos a través del prisma de las enfermedades mentales, pues la mayoría de las personas con esos males no son violentas.

Para el académico, la política gubernamental debe centrarse en abordar el fácil acceso de los estadounidenses al armamento.
Más que la expansión de recursos en el área de salud, consideró, la prevención de tragedias como la de Sandy Hook requiere leyes que restrinjan las armas en los hogares con individuos riesgosos, consideró.