Moscú, 31 jul (RHC) Con la imposición de sanciones contra Rusia, Estados Unidos cierra el efímero capítulo de acercamiento de los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump en Hamburgo, para abrir uno largo de confrontación de consecuencias impredecibles.
La propuesta aprobada el 25 de julio en la Cámara de Representantes con solo tres votos en contra y tres días después en el Senado con apenas dos oposiciones, sitúa en su texto a la nación rusa por primera vez desde el inicio de esa política de restricciones en 2014 como enemigo del país norteño.
Washinton impuso el nuevo paquete de sanciones contra Moscú con especial afectación para el sector energético, además presenta a ese país junto a Irán y la República Popular Democrática de Corea como naciones parias y contra las cuales lleva a cabo una política virulenta, sobre todo después de la llegada de Trómp a la Casa Blanca.
En el texto de las restricciones norteamericanas se acusa a Rusia de desestabilizar a Ucrania, causar el terror entre la población civil en Siria y de interferir en los asuntos internos de Estados Unidos, entre otras.
Por su parte la ministra alemana de Economía y Energía, Brigitte Zypries, rechazó la aprobación de nuevas sanciones estadounidenses contra Rusia las cuales, consideró, afectan intereses europeos y violan las leyes internacionales.
En declaraciones a medios locales, la titular aseguró que su gobierno no quiere una guerra comercial, pero instó a la Comisión Europea (CE) a considerar y analizar posibles medidas en respuesta.
Según publica el grupo mediático Funke, Zypries considera que el comportamiento de Washington afecta a compañías alemanas y de otros países europeos y va en contra del derecho internacional.
La más reciente propuesta de sanciones contra Moscú fue aprobada en la Cámara de Representantes de Estados Unidos con solo tres votos en contra el 25 de julio, y tres días después en el Senado con apenas dos oposiciones.
El texto, considerado por expertos como inconsistente e injustificable, plantea acciones que causarían grandes afectaciones al sector energético ruso, con repercusiones importantes para otros Estados del llamado viejo continente.
Además de conceder al presidente Donald Trump la prerrogativa de castigar a cualquier persona involucrada en inversiones en la esfera energética rusa, el paquete de medidas perjudica también al área metalúrgica y al proyecto de gasoducto Torrente Norte-2, que llevaría gas natural a través del mar Báltico y sin intermediarios a Alemania.
En dicha iniciativa participan, junto a la rusa Gazpprom, las compañías austriaca OMV, la francesa Engie, las alemanas Wintershall y Uniper, así como la indo-británica Shell.
La posición estadounidense fue condenada recientemente por el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel, y el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker.
A mediados de junio, la canciller federal Ángela Merkel también criticó el carácter extraterritorial de las sanciones impuestas por Washington y calificó de insólito que la economía europea sea un objetivo de esas medidas.