Washington, 10 abr (RHC) El secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo, defendió la decisión de retirar la asistencia directa de Washington a Honduras, El Salvador y Guatemala, justificando que esos países, que integran el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, no ha surtido efecto

Esa decisión fue rechazada por políticos demócratas y se trata del envío de 40 mil millones de dólares que ahora serán usados para desestabilizar procesos políticos en Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia.

Dicho departamento confirmó el pasado 30 de marzo la determinación del presidente Donald Trump de cortar el referido apoyo, una medida con la cual amenazó el mandatario republicano en ocasiones previas.

Trump acusó a Honduras, El Salvador y Guatemala, y también a México, de no hacer lo suficiente para frenar el flujo de migrantes hacia su frontera sur, y advirtió varias veces sobre la posibilidad de cerrar la línea divisoria.

Para miembros del Ejecutivo, el paso del gobernante representa una forma de pedir a esas naciones “que hagan más” con el fin de evitar que las personas se dirijan a Estados Unidos.

Sin embargo, varios analistas consideran que el recorte de la ayuda solo empeorará las condiciones de pobreza y violencia en los países afectados, y llevará a más habitantes a abandonarlos, un criterio repetido por políticos demócratas.

Hasta que abordemos la miseria en sus países de origen, miseria en la cual Estados Unidos es cómplice, continuaremos viendo a los migrantes que buscan desesperadamente un refugio seguro en nuestra frontera, escribió recientemente en la red social Twitter el senador norteamericano Tom Carper.

A juicio de la congresista estadounidense Debbie Mucarsel-Powell, la medida fue un gran error del presidente y su administración.

“Recortar fondos para Guatemala, Honduras y El Salvador exaspera la crisis en la frontera. Estados Unidos debe liderar y brindar apoyo para aliviar la violencia y la pobreza, no retirarse cuando la crisis empeora”, consideró la legisladora.

Algunos periódicos y radiotelevisoras destacan que los primeros hondureños de una nueva caravana de migrantes llegaron a la frontera de Agua Caliente, en el departamento guatemalteco de Chiquimula.

El canal noticioso TN23 mostró una foto del instante del arribo, este miércoles, así como un reportaje desde San Pedro Sula, Honduras, donde cientos de personas, muchas de ellas mujeres con sus hijos pequeños, se encontraban en la noche a la espera de iniciar la caminata hacia lo que denominan el 'sueño americano'.

Pobreza, falta de trabajo e inseguridad fueron los argumentos de algunos entrevistados para emprender la riesgosa marcha, convocada desde las redes sociales, en momentos en que el Gobierno estadounidense de Donald Trump amenazó con cerrar su frontera si los países centroamericanos no contenían la ola migratoria.

El tono de regaño fue particularmente severo hacia México y los países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica, Guatemala, Honduras y El Salvador, a los que amenazó con cortar la ayuda financiera si no cumplen su papel para salir de esta 'crisis'.

A pesar de esta política de tolerancia cero, muchos confían en llegar a su destino o morir en el camino antes que en Honduras, como afirmó un anciano de 83 años de edad, involucrado en este desafío ante la falta de trabajo y comida, según dijo al reportero Denis Mejías.

Como en otras ocasiones, integran la caravana hasta familias completas, que en autobuses o a pie esperan llegar a su destino.

En las próximas horas seguirán arribando más hondureños (se calcula que suman miles) al punto fronterizo con Guatemala, sin tener en cuenta las recomendaciones sobre el peligro extremo de la travesía y la exposición al tráfico de personas por parte de coyotes.

Según los migrantes, las condiciones no son favorables para llevar una vida digna, por eso salen con mochila al hombro y pocas pertenencias en busca de trabajo. El Gobierno mexicano alertó semanas atrás de una nueva Caravana Madre en formación, mayor a la del pasado año, que estaría llegando a ese país en los próximos días, lo cual complicaría la ya difícil situación de quienes aún esperan permiso para ingresar a Estados Unidos.

Trump descartó la víspera volver a aplicar la política de separación de familias, que le trajo en 2018 una repulsa internacional, pero ante un presidente que se contradice a diario nada debe ser descartado, en opinión de analistas.

El domingo último y en medio de conjeturas sobre diferencias de opinión sobre el manejo del tema, renunció la secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen, hasta entonces la cara visible de la política antiinmigrante de Estados Unidos.