Washington, 16 ene (RHC) Los cargos de abuso de poder y obstrucción contra Donald Trump fueron formalmente entregados este miércoles por la Cámara de Representantes al Senado con lo cual se iniciará el próximo martes el tercer juicio político contra un presidente en la historia de Estados Unidos.
En un ritual simbólico para marcar el carácter solemne de este evento, los siete diputados nombrados por la cámara para actuar como fiscales en el juicio político entregaron físicamente los dos documentos con los cargos formales llamados “artículos de impeachment” al Senado, caminado en silencio por el Capitolio desde el lado de la cámara baja al otro extremo donde se encuentra la cámara alta, pasando por la famosa rotunda al centro de la sede legislativa. Todo trasmitido en vivo por los principales medios nacionales del país, informa el periódico mexicano La Jornada.
Horas antes, la cámara baja votó a favor (228 contra 193) de enviar los dos artículos de impeachment al Senado y aprobó el nombramiento de los siete diputados -encabezados por el presidente del Comité de Inteligencia Adam Schiff y del Comité Judicial Jerry Nadler- encargados de presentar el caso y argumentar por la destitución del presidente ante el Senado cuando el juicio en sí arranque la próxima semana.
“Hoy haremos historia”, proclamó la presidenta de la cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi, al firmar los artículos de impeachment para su entrega al Senado. “El presidente violó su juramento, minó nuestra seguridad nacional, puso en riesgo la integridad de nuestras elecciones”, afirmó. “Este presidente rendirá cuentas”.
Los republicanos repitieron que todo el proceso de impeachment ha sido una maniobra política de los demócratas para intentar derrotar a Trump antes de las elecciones. El propio Trump una vez más acusó que el proceso en su contra es “una farsa”.
El Senado, en este proceso, se convierte en un tribunal, con el jefe de la Suprema Corte John Roberts presidiendo el juicio y los senadores como un jurado. Los siete diputados ejercerán como fiscales, o sea, la parte acusante. El presidente tendrá un equipo de abogados defensores, encabezado por el abogado de la Casa Blanca Pat Cipollone y el abogado personal de Trump, Jay Sekulow, junto con otros aún por ser nombrados.
Este jueves se realizarán los procedimientos preliminares para el juicio: se “exhibirán” los artículos de impeachment, y el juez Roberts juramentará a todos los senadores quienes se comprometerán a cumplir su tarea de manera “imparcial”.
Pero el liderazgo republicano ya indicó públicamente que se estará coordinando con la Casa Blanca, y con el Senado bajo su control, y si no hay sorpresas mayores, el pronóstico es que el veredicto final será la casi segura exoneración de Trump.
Sin embargo, por ser un espectáculo histórico y trasmitido en vivo a la nación, y con un acusado que está buscando su reelección este mismo año, el manejo y los posibles errores políticos tendrán consecuencias que serán parte de la disputa electoral a lo largo de 2020.
Trump ha dejado claro que no aguanta haber sido tachado para siempre como un presidente que fue “impeached” -o sea, formalmente acusado con cargos que ameritan su destitución- aun si este proceso no culmina con su remoción. Durante los últimos días no ha dejado de atacar al proceso y a sus acusadores, insistiendo en que “no hice nada mal”.
Pelosi rehusó enviar los artículos de impeachment aprobados el pasado 18 de diciembre hasta ahora para presionar al liderazgo republicano en el Senado a permitir la comparecencia de testigos y otros documentos como parte del juicio, argumentando que sin esa condición, los republicanos estarán realizando “un encubrimiento político” del presidente.
Pero el líder republicano del Senado Mitch McConnell rehusó garantizar tal cosa, y ha dejado claro que prefiere no hacerlo y llevar al juicio a su conclusión lo más rápido posible. Esta semana argumentó que se opone a continuar con la investigación, ya que eso “era la tarea de la cámara baja” antes de votar por el impeachment, y si “el caso es débil”, no se debería de haber presentado.
Sin embargo, la demora rindió algunos frutos para los demócratas. La semana pasada, el ex asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, sacudió a la Casa Blanca al declarar que estaba dispuesto a comparecer ante el Senado en el juicio si es convocado.
Este martes, demócratas divulgaron nueva evidencia proporcionada por Lev Parnas, un socio cercano del abogado personal de Trump, Rudy Giuliani, que parece confirmar el esfuerzo para retirar a la embajadora estadounidense en Ucrania y buscar información negativa sobre contrincantes demócratas de Trump.
Todo esto incrementa la presión sobre McConnell de ceder en el tema de convocar testigos, y podría ser obligado a ello si por lo menos cuatro senadores republicanos se suman a los demócratas en el Senado (por ahora, tres han expresado que podrían contemplar eso).
Altos funcionarios de la Casa Blanca insistieron hoy en que “no hay necesidad de testigos en este juicio”, pero indicaron que si llega a eso, buscarán bloquear el testimonio de Bolton y amenazaron con solicitar la comparecencia de otros testigos que sospechan incomodarán a los demócratas.
Con el envío de los cargos, concluye la fase de impeachment y se inicia el juicio del presidente. Lo que ocurre ahora es que después de “exhibir los cargos” ante el Senado el jueves, se convocará al jefe de la Suprema Corte, Roberts, quien juramentará a los senadores, quienes prometen hacer “justicia imparcial” bajo la Constitución.
Inmediatamente después se emite un comunicado al presidente informándole de los cargos en su contra y ordenando su comparecencia en su juicio, aunque serán sus abogados y no el acusado quienes estarán físicamente ahí. Se supone que tendrá una presencia activa a través de su canal favorito, Twitter. Por ahora, Trump está programado estar en Davos la próxima semana, pero aún no se sabe si decidirá ir.
Al iniciar el juicio en sí el próximo martes, la parte acusadora presentará su caso seguido por la respuesta de la defensa. Esto podría alargarse durante días, y aún más si se convocan testigos.
Al final, la defensa ofrece su conclusión y los acusadores proceden con la suya -o sea, la cámara tiene la primera y la última palabra. Con ello, comienzan las deliberaciones de los senadores y todo culmina con un voto de cada uno de los cargos. Se requiere de una mayoría de dos tercios de los senadores presentes (si están todos, de 67) sobre cualquiera de los dos cargos para condenar y destituir a Trump. Por ahora, eso implica que un mínimo de 20 republicanos de su mayoría total de 53 se sumen a los demócratas, algo que por ahora es poco probable.
(La Jornada)