El viceministro de Defensa de Rusia Alexander Fomin, en una entrevista al diario Rossíiskaya Gazeta, subrayó la posibilidad de crear un instrumento para implementar las propuestas presentadas por Moscú a Washington sobre medidas de verificación mutua sobre sus sistemas de armas que causan preocupaciones en ambos lados.
Para Rusia, indicó Fomin, es un motivo de preocupación los lanzadores verticales de misiles estadounidenses Mk-41, desplegados en Rumania y Polonia, mientras que, para EE.UU., los misiles crucero Novator 9M729 rusos.
El alto funcionario militar acentuó que, si Estados Unidos rechaza el planteamiento de Rusia y decide iniciar el despliegue de sus sistemas de misiles en los países europeos, Moscú considera su derecho responder de acuerdo con los hechos.
“Si nuestro ofrecimiento no es bien recibido y los misiles estadounidenses comienzan a ser desplegados en Europa, nos reservamos el derecho de tomar medidas de represalia acorde a la gravedad de la situación”, advirtió Fomin.
De acuerdo con el funcionario ruso, el Kremlin planteó a la Casa Blanca prolongar el tratado START III y ofreció ponerse a trabajar en conjunto para redactar un nuevo acuerdo que tenga en cuenta todos los factores que influyen en la estabilidad estratégica.
Sin embargo, prosiguió Fomin, la Administración saliente de Donald Trump ha tenido otras prioridades en mente, “por lo que no ha mostrado interés en extender el tratado”.
Fomin no descartó que la postura de EE.UU. sobre la prolongación del tratado START III, que estará vigente hasta el próximo 5 de febrero, puede cambiar con la llegada del electo presidente demócrata Joe Biden a la Casa Blanca.
El Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START III, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es limitar el despliegue de armas nucleares, se firmó en 1991 por los entonces gobernantes de EEUU y la Unión Soviética, Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, respectivamente, y expirará el año 2021.
Actualmente es el único acuerdo que mantiene la estabilidad estratégica entre estos dos países, pues implica el control del 90 % de todas las armas nucleares del planeta.