La Habana, 26 nov (RHC) Muchos fueron los que volvieron al encuentro con Fidel en la escalinata de la Universidad de La Habana, el escenario rebelde y revolucionario que lo trae al presente, que da fe de la continuidad en las voces de los niños, en la canción comprometida, en el verso.
A cuatro años del paso a la eternidad del Comandante en Jefe, encabezados por el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de otros miembros del Buró Político y del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista, del Gobierno y de las organizaciones de masas, pioneros, jóvenes y trabajadores, en representación de toda Cuba, expresaron su compromiso a resistir, a renovar sus votos con la obra liderada por Fidel.
Entre otros, la cantautora Marta Campos lo inmortalizó con su pieza A Fidel, y Corina Mestre lo evocó con su potente voz: «La historia contará sus hechos gloriosos. Prefiero recordarlo en el rincón del día cuando vio su tierra y dijo: soy la tierra, en que vio a su pueblo y dijo: soy el pueblo, y abolió sus dolores, sus sombras, sus olvidos...». Fue una velada única.
En estos tiempos complejos, cargados de importantes desafíos, acudimos a Fidel y nos nutrimos de sus sabias reflexiones y de su obra cargada de sueños y empeños, como bien dijo, José Ángel Fernández Castañeda, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria. «De él sacamos la fuerza para salir adelante».
El legado del Comandante también inspiró a quienes se dieron cita en la velada cultural que, en nombre de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y del Ministerio del Interior, le rindió homenaje.
Durante la gala, presidida por el general de Cuerpo de Ejército Leopoldo Cintra Frías, miembro del Buró Político del Partido y ministro de las FAR, se le cantó a Fidel, al hombre que «vivo alumbraba y sigue brillando muerto».
Entre los muchos agradecidos que se dieron cita en la Sala Universal de las FAR, de la capital, estaba el segundo suboficial Reizon Caraballo Miranda, uno de los choferes que participó en el traslado de las cenizas del Comandante hasta Santiago de Cuba.
Cuenta que cuando la caravana llegó a Camagüey, varios campesinos, acomodados sobre sus caballos a la orilla de la carretera, lanzaron al aire un grupo de palomas blancas.
Coincidentemente, una de ellas permaneció durante algunos minutos sobre el armón que llevaba la urna, similar a la paloma que, justo cuando los barbudos entraron victoriosos a La Habana, el 8 de enero de 1959, se posó en el hombro del Comandante.
En el cementerio de Santa Ifigenia tampoco faltaron las flores en la piedra que lo resguarda. El tributo al líder histórico de la Revolución desde San Antonio a Maisí sintetizado en este altar de la Patria, lo encabezaron el primer secretario del Partido en Santiago de Cuba, Lázaro Expósito Canto, y el vicegobernador Manuel Falcón Hernández.